Título original: Le skylab. Directora: Julie Delpy (2011). Nacionalidad: Francia.
Productor: Michael Gentile. Guion: Julie Delpy. Fotografía: Lubomir Bakchev. Dirección artística: Yves Fournier. Montaje: Isabelle Devinck.
Actores: Julie Delpy (Anna), Lou Alvarez (Albertine), Eric Elmosnino (Jean), Aure Atika (Linette), Noémie Lvovsky (Monique), Bernadette Lafont (Mamie), Emmanuelle Riva (Mémé), Marc Ruchmann (tío Loulou), Vincent Lacoste (Christian), Sophie Quinton (Clémentine), Valérie Bonneton (Micheline), Karin Viard (Albertine adulta)
Duración: 113 minutos
Julio de 1979. Albertine, de diez años, y sus familiares se reúnen en una casa de Bretaña para celebrar el cumpleaños de la abuela en lo que se presenta como un animado fin de semana. Mientras, el Skylab, una estación espacial de la NASA, se prepara para hacer un aterrizaje imprevisto en la tierra y ese hecho aterroriza a la madre de Albertine.
Julie Delpy (París, 1969) es una bellísima y muy buena actriz, que ha trabajado con directores tan prestigiosos como Jean-Luc Godard, Bertrand Tavernier, Carlos Saura (La noche oscura) o Krzystof Kieslowski y también ha hecho incursiones en Hollywood, a las órdenes de Richard Linklater o Jim Jarmush. Junto con esa actividad interpretativa hace tiempo se inició en la escritura de guiones, participando en el de Antes del atardecer, por el que recibió una nominación al Oscar, pero otros intentos en este terreno no han podido cuajar hasta que la propuesta de Dos días en París encontró fi nanciación para salir adelante y en la que ella no solo dirige y escribe, sino que interpreta, pone la música y hace el montaje, en una suerte de actividad que sólo han sido capaces de realizar algunos pocos realizadores. Esta primera película de Delpy la pudimos ver en el Cine-Club el 14-11-1207 y mostró ya los claros indicios de una directora inquieta, muy bien preparada, con evidentes habilidades para la comedia. Persona evidentemente inquieta, no sólo interpreta, escribe y dirige, sino que también es una muy estimable intérprete musical. El Skylab es su tercera película como realizadora (la segunda, The Countess, no ha llegado a España) y la ha planteado también en tono de comedia no exenta de apuntes críticos. Skylab fue la primera base espacial estadounidense puesta en órbita en 1973, considerada en su época un triunfo de la tecnología y el progreso pero, tras seis años de funcionamiento, pasó a ser un peligro inminente, cuando se anunció que iba a precipitarse sobre la tierra sin que, inicialmente, se perfi lara muy bien el lugar concreto de la caía, indefi nición que ayudó a la propagación de un cierto terror universal, alentado siempre por los espíritus timoratos que esperan la llegada del fi n del mundo en cualquier momento. Finalmente, el 11 de julio de 1979 el Skylab se precipitó en un espacio desértico de Australia, sin causar el menor daño, aunque el gobierno, dotado del típico sentido inglés del humor, multó a la NASA con 400 dólares por arrojar basura en un terreno público. Pero al margen de eso, permaneció durante meses la preocupación de los espíritus sensibles porque en algún momento esos trozos de chatarra espacial pudieran caer sobre sus propias cabezas. Uno de ellos es Albertine quien se preocupa mientras pasa el verano con su familia en un rincón de la Bretaña francesa. Película de descubrimiento, de iniciación, de relaciones afectuosas y de temores insondables, con mucho sol y mucha luz, hecha de recuerdos y de sentimientos, simbólica, a fi n de cuentas, porque la amenaza, las amenazas, están ahí, sobrevolando los cielos o a la vuelta de la esquina y a su amparo crecen las obsesiones, los temores infantiles, tantas veces sin explicación concreta, porque resulta difícil identifi car cual es o dónde está el skylab que cada cuál encierra en el fondo de su mente.