Título original: Le gamin au vélo. Nacionalidad: Bélgica, Francia, Italia. Directores: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne (2011). Producción: Les Films du Fleuve, RTBF, Wild Bucnh, Archipiel 35, France 2 Cinéma, Lucjy Red. Guion: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne. Fotografía: Alain Marcoen. Director artístico: Igor Gabriel. Montaje:Marie-Hélène Dozo. Actores: Cécile De France (Samantha), Thomas Doret (Cyril), Jérémie Renier (Guy), Fabrizio Rongione (librero), Egon Di Mateo (Wes), Oliver Gourmet (dueño del bar), Batiste Sornin y Samuel De Rijk (profesores). Duración: 87 minutos
Versión original con subtítulos en español
Gran Premio del Jurado en el festival de Cannes 2010
Cyril tiene casi 12 años y un único plan: encontrar al padre que le dejó temporalmente en un hogar infantil de acogida. Conoce por casualidad a Samantha, que tiene una peluquería. Samantha accede a que se quede con ella los fines de semana. Cyril no quiere reconocer el amor que Samantha siente por él, un amor que el niño necesita desesperadamente para calmar su rabia.
Los hermanos Dardenne comenzaron a hacer películas narrativas y documentales en la década de los 70 del pasado siglo, época en la que promovieron la creación de la productora Derives, pero debieron pasar casi veinte años para que la atención de la crítica internacional se fijara en su trabajo, a partir de La promesa y dos años después ganaron la palma de oro en Cannes con Rosetta. Su cine se caracteriza por una tendencia naturalista que presta atención a la vida social de la clase media en su país, con especial referencia a los jóvenes, los emigrantes, los desarraigados en general.
Todo ello refleja su formación y crecimiento en la zona de Searing, inmediata a Lieja, de aspecto postindustrial en un paisaje nada amable. El peculiar estilo de los hermanos Dardenne (Jean Pierre nació en Engis, en 1951 y estudió arte dramático mientras que Luc, nacido en Awris, en 1954, ciudades ambas cercanas a Lieja, estudió Filosofía) ya pudimos contemplarlo en nuestro Cine Club la temporada anterior con El silencio de Lorna. Antes de ese título habían rodado varios cortometrajes a los que siguieron sus películas largas Flash (1987), Je pense á vous (1992). La promesa (1996), Rosetta (1999), El hijo (2002), El niño (2005) y Dans l’obscurité (2007). En su nueva propuesta, El niño de la bicicleta, estos belgas inciden en la temática e incluso el planteamiento formal que hasta ahora les ha dado tan buenos resultados, quizá en aplicación de la máxima que sugiere no cambiar aquello que funciona, de manera que como escribió el crítico Aurélien le Genistrel tiempo atrás, “su mirada aguda y sin concesiones de la dimensión más dramática de nuestra época les convierte en los mejores cineastas realistas actuales”.
Fieles a esa vocación de buscar en sus relatos la vertiente más directa de vinculación con el realismo, en El niño de la bicicleta repiten unos elementos básicos que hasta ahora han funcionado perfectamente (y en este caso no se produce ninguna excepción) como son la presencia directa y sin tapujos de cuestiones sociales, familiares y personales, como son los problemas derivados de las relaciones personales, los sentimientos más íntimos, cuestiones derivadas del dinero y el trabajo, esto es, la vida misma, tal cual es, con sus matices. Todo ello tratado de una manera austera, sin alardes decorativos ni recursos estrambóticos pero también sin sentimentalismo bobalicón. En esa sencillez expositiva, en esa forma directa de exponer los hechos, se encuentran (al menos, mientras dure su atractivo) los elementos formales que hacen aceptable el cine de los Dardenne, que actúan ante sus personajes de una manera en apariencia distante, como si ellos no quisieran implicarse en lo que pasa ante sus cámaras, que actúan de la forma serena con que un espectador ajeno pudiera contemplar los hechos.