La llegada a una sala cinematográfica de una película procedente de un país que habitualmente no tiene presencia en las pantallas es, en sí misma, una buena noticia, porque nos permite conocer algo de ese lugar que nos puede resultar desconocido, tanto en su realidad social como en sus costumbres. Si a eso añadimos que el tema elegido por el director, Saim Sadiq, es realmente comprometido para la estructura religiosa de ese país, Pakistán, podemos comprender que la película a que nos referimos, Joyland, que llega esta semana al Cineclub Chaplin, posee ingredientes suficientes para merecer la atención de los aficionados al cine. Eso mismo debió pensar el jurado del festival de Cannes, que le otorgó el premio a las películas emergentes, bajo el epígrafe de Un certain regard, a lo que hay que unir otros galardones en diferentes citas. Joyland se sitúa en el seno de una familia normal, conservadora, de estructura patriarcal, en un ambiente de pacífica felicidad, que de pronto se trunca cuando uno de sus miembros jóvenes decide romper el tranquilo esquema para incorporarse a una compañía teatral especializada en danzas eróticas donde, para mayor escarnio, se va a enamorar de una bailarina transexual, con lo que los problemas están bien servidos. Joyland tiene una duración de 128 minutos y se proyectará este miércoles, 17 de mayo, en versión original subtitulada, a las 17, 19,30 y 22 horas, en la Sala Cinco de Multicines Odeón Cuenca.