Hace apenas unos días, El ciudadano ilustre ha recibido el Goya a la mejor película hispanoamericana del año, mientras que también está incluida en las nominaciones al Óscar a la mejor película extranjera. Son dos datos suficientes para avalar uno de los títulos que ha merecido más amplios y valiosos reconocimientos desde que saltó a las pantallas hace unos meses, entre ellos la Espiga de Plata en el festival de Valladolid y el premio al mejor actor (Óscar Martínez) en el festival de Venecia.
El argumento tiene suficientes dosis de originalidad a la vez que de ironía, sin que falten muy agudas observaciones sobre la vida y el carácter de los argentinos, un pueblo tan pasional como apasionado, pero que nunca ha tenido un escritor capaz de ganar el Nóbel, lo que se viene considerando como un agravio de la Academia sueca, a la que se culpa de la manifiesta injusticia de no habérselo dado al gran autor nacional, Jorge Luis Borges.
¿Qué hubiera ocurrido o qué ocurriría si un argentino recibiera el Nóbel? Esa es la fábula que inventan los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat, inventores de un galardonado escritor que vuelve a su pueblo natal tras una larga etapa en Europa, provocando el lógico revuelto en la hasta entonces tranquila comunidad pueblerina.
El ciudadano ilustre se proyecta este miércoles, día 15 de febrero, a las 5 y 7,30 de la tarde y 10 de la noche, en la Sala Cinco de Multicines Odeón Cuenca. Previamente se proyectará el cortometraje 2037, dirigido por Enric Pardo e interpretado por Berto Romero y Alexandra Jiménez.