Aretha Franklin es una de las figuras emblemáticas de mayor importancia en la historia de la música del siglo XX. Dicho así, de la música en general, y no solo de la que fue su gran especialidad, el jazz, y dentro de este género, el góspel, la música negra por excelencia, la que encontró en los espirituales religiosos, cantados por lo común en las iglesias pero trascendiendo luego a las salas de conciertos, donde encontraron acomodo en todo el mundo. En su dilatada vida profesional, Aretha Franklin protagonizó, de manera indirecta, un sonado episodio. En 1972 se encerró durante dos días en una iglesia baptista de Los Ángeles, con un coro, para grabar el que habría de ser el disco más memorable de su carrera, Amazing Grace. Consciente de la importancia del evento, la Warner hizo los preparativos para grabar el concierto y se lo encargó al entonces joven e inexperto Sidney Pollack, que cometió un fallo garrafal, de primerizo: no puso claquetas iniciales en el rodaje de cada plano, de manera que al final del trabajo se encontraron con miles de metros de celuloide que no se podían hacer coincidir con el sonido. Cuarenta años después, los avances de la técnica y la paciencia de otro joven director, Alan Elliott, han hecho posible recuperar aquella película, ensamblarla con los grabaciones sonoras y así dar lugar a un impresionante documento que nos devuelve a la gran Aretha Franklin en su momento de mayor esplendor.
Amazing Grace tiene una duración de 89 minutos y se proyectará este miércoles, día 19 de febrero, en versión original subtitulada en español, a las 17, 19,30 y 22,00 horas, en la Sala Cinco de Multicines Odeón Cuenca.