Junto a un cine contemporáneo dominado por el estrépito, la acción y los efectos especiales surgen ejemplares que representan todo lo contrario: los sentimientos, la intimidad, la sencillez de lo cotidiano, lo que discurre de manera silenciosa, sin alborotos. No hay nada más simple que un supermercado en el que ocurren de continuo cosas normales, rutinarias, sin especial trascendencia para la historia del mundo. A la vuelta de la esquina, la película que esta semana llega al Cineclub Chaplin se estructura en torno a una de esas historias aparentemente intrascendentes, salvo para sus protagonistas. Christian es un joven solitario y tímido que empieza a trabajar en una de esas grandes superficies, en las que encontrará algún amigo y, también, una chica que se ocupa de la galería de los dulces, Marion, por la que sentirá una atracción temprana, con una dificultad: ella ya está casada. La crítica, que ha otorgado a esta película alemana dirigida por Thomas Stuber todos los elogios imaginables, destaca de ella la sencillez, la humildad con que entra en el territorio insondable de los sentimientos para elaborar como un cuento moderno en el que, sin embargo aflora, como es casi inevitable en una película alemana, la sombra del pasado. Premiada en el festival de Valladolid con la Espiga de plata, A la vuelta de la esquina tiene una duración de 125 minutos y se proyectará este miércoles, día 12 de febrero, en versión original subtitulada en español, a las 17, 19,30 y 22,00 horas, en la Sala Cinco de Multicines Odeón Cuenca.