Título original: Días de pesca (Puerto Deseado). Director: Carlos Sorin (2012). Nacionalidad: Argentina. Producción: Kramer & Sigman Films, Guacamole Films. Productores: Hugo Sigman y Carlos Sorin. Guión: Carlos Sorin. Fotografía: Julián Apezteguía. Música: Nicolás Sorin. Montaje: Mohamed Rajid. Vestuario: Ruth Fischerman Actores: Alejandro Awada (Marco), Victoria Almeida (Ana), Diego Caballero (José), Oscar Ayala (Oscar), Daniel Keller (Daniel), Martín Galindez (Fito). Duración: 80 minutos Festival de La Habana: premio especial del jurado
Tras someterse a una cura de desintoxicación para dejar el alcohol, Marco, un maduro comerciante, intenta cambiar el rumbo de su vida. Como parte del tratamiento se le sugiere que elija un hobby y él se decide por la pesca. Para aplicarlo, viaje a Puerto Deseado porque es la temporada de pesca del tiburón, pero también porque allí vive su hija Ana y no sabe nada de ella desde hace años.
Una nueva cita con un viejo conocido del Cine-Club, el director argentina Carlos Sorin (Buenos Aires, 1944), personaje ya veterano en las lides cinematográfi cas, con sólido prestigio desde que en 1986 ganó el León de Oro en la Mostra de Venecia con su primera obra, La película del rey, aunque luego y durante una larga etapa, su trabajo de Sorin se orientó con preferencia hacia el ámbito de la publicidad y la televisión. Luego realizó Sonrisas de Nueva Jersey (1989) y ya en los albores del siglo XXI reanudó su dedicación al cine, poniendo ante los espectadores, de manera sucesiva Historias mínimas (2002), Bombón, el perro (2004), El camino de San Diego (2006), La ventana (2009) y El gato desaparece (2011), varias de ellas llegadas a nuestro Cineclub y acogidas con singular fortuna, la misma que, esperamos, acompañe esta nueva presencia de Sorin entre nosotros con una historia muy enlazada con las anteriores en su gusto por el inimalismo, los pequeños detalles, los argumentos cercanos, los personajes enriquecidos por experiencias vitales intensas. Sobre Días de pesca en Patagonia, el crítico Antón Merikaetxeberria ha escrito en El Correo, de Bilbao, que es una película intimista que sitúa a unos pocos personajes en el desolado paisaje de la inhóspita Patagonia, lo que da lugar a una pequeña obra de arte, realizada con esmero y ternura, para recoger “las pequeñas cosas de la vida, las alegrías y tristezas, los confl ictos familiares, la soledad y la dolorosa labor de zapa de lpaso del tiempo”. Pero a ello, a los personajes y sus menudencias hay que unir en este caso el uso excepcional del paisaje, que el crítico compara a lo que hizo Homero con el Mediterráneo en “La Odisea” o John Ford utilizando el Monument Valley en muchas de sus películas, singularmente en Centauros del desierto. Es decir, “como un lugar sagrado. El resto es un sobrio deambular por paisajes azotados por un viento incesante, implacable, que nunca deja las cosas en el mismo sitio, tal y como uno de los personajes de la película se encarga de recordarnos. Y añade: “Por descontado, una escenografía breve, austera, sin perifollos inútiles ayuda al disfrute del fi lme, en el que asimismo se cuela de rondón una tenue melancolía. Narrado todo ello a media voz, sin aspavientos de ningún tipo, con esa bendita contención de que hacen gala los directores sensibles, que no necesitan echar mano de los espectaculares efectos especiales para llevarnos a su personal terreno. Porque, en ‘Días de pesca en Patagonia’ los efectos especiales están en los ojos de los actores, en sus miradas, en sus gestos y actitudes, capaces de hacer comprender al espectador sus sueños e ilusiones, sus verdades y también sus mentiras. ¿Hay quien dé más?”