Título original: L’illusionniste. Nacionalidad: Reino Unido, Francia. Director: Sylvain Chomet (2010). Producción: Sally Chomet y Bob Last. Guión: Jacques Tati. Dirección artística: Bjarne Hansen. Música: Sylvain Chomet Duración:
80 minutos Versión original en francés.
Advertencia: Película de animación sin subtítulos. Los escasos momentos hablados se entienden perfectamente
Sinopsis: Un viejo mago viaja al comienzo de la década de los 60, acompañado de su inseparable conejo haciendo espectáculos de magia por toda Europa. El ilusionista llega a un pueblecito de Escocia, donde conoce a Alice, una joven que aún posee la ingenuidad y asombro característicos de la infancia. Ella todavía ignora que le quiere como a un padre; él siente que la ama como a su hija.
Uno de los pecados capitales que inciden sobre la programación de los cines (mea culpa también en el cineclub) es no considerar la animación como un género susceptible de encontrar el correspondiente espacio, relegándolo por lo general al repertorio infantil o, sencillamente, ignorándolo, cuando en realidad sucede que se están produciendo bastantes películas animadas para adultos, en su mayor parte arrinconadas a salas muy específicas, fuera del alcance del gran público. Intentamos corregir parcialmente esa situación, aceptando hoy entre nosotros un excelente ejemplo que puede ayudarnos a todos a valorar como se merece este género tan peculiar. El ilusionista, nuevo largometraje del notable animador francés Sylvain Chomet retoma un guión inédito de Jacques Tati para conseguir una obra maestra pletórica de humor, de sensibilidad y de melancolía.
En su crónica desde Berlín, Diego Batlle aplaudía con entusiasmo la presencia de la película: La gran joya del festival estuvo tan “escondida” que casi no tuvo promoción previa y ni siquiera pudo ser vista en la habitual función anticipada para la prensa. ¿Por qué semejante desatino para un artista de primer nivel? Nadie quiso confirmarlo de manera oficial, pero la explicación hay que buscarla en el hecho de que este proyecto, que demandó más de cuatro años de trabajo y una inversión de 10 millones de euros, viene de una larga batalla legal con algunos de los herederos de Jacques Tati, autor en 1956 del guión original en el que se basa El ilusionista y que el genial creador de Playtime, Mi tío y Trafic nunca llegó a filmar.
La película tiene como protagonista al propio Tati (en una versión animada, claro), como un decadente mago que, luego de varios fracasos en París, sale de gira por distintas ciudades y pueblos del Reino Unido hasta que conoce a una inocente joven escocesa que pasa a acompañarlo en el tour y a convertirse en una suerte de hija sustituta (de hecho, Tati concibió esta historia como una suerte de regalo para una hija adolescente que apenas conoció) que cree que el protagonista tiene poderes para conseguirle vestidos, zapatos y todo lo que ella sueña. Y él hará todo lo posible para no desilusionarla a pesar de las crecientes dificultades. Concebida con la técnicas artesanales de animación en 2D y la inclusión de algunos elementos en 3D, El ilusionista es una tragicomedia (llena de gags pero también de una profunda melancolía) que no sólo remite al universo de Tati (el artista favorito de Chomet) sino también al humor físico de los Chaplin y los Keaton. Un film de una belleza y un talento abrumadores.
Sylvain Chomet (Maisons-Laffitte, Yvelines, Francia, 1963) estudió arte en la Universidad, en la que se graduó en 1982; cuatro años después, en 1986, publica su primer comic, Secrets of the dragonfl y y dos años más tarde se traslada a Londres para trabajar como animador en el estudio de Richard Purdum, aunque pronto se establece como autónomo, elaborando anuncios para diversas firmas. En 1991 empieza a trabajar en su primera película, un cortometraje titulado La anciana y las palomas. Continúa trabajando en diversos ámbitos, siempre desde la animación de imágenes, publica varios comics y fi nalmente, en 2003, lanza su primera película larga, Bienvenidos a Belleville, que alcanzó una nominación a los oscar además de empezar a difundir el nombre de su creador.